“Los
recuerdos desvirtúan. Son una interpretación, no un registro. Y no importan si
tienes los hechos.” – Leonard Shelby
Saludos a todos. Los que me conocen en persona (me
imagino que ninguno o muy pocos leerán esto) saben que tengo muy buena memoria.
Muchas personas considerarán esto una ventaja o una inmensa maldición. Confieso
que muchas veces yo mismo lo categorizo en esta última. Mi memoria no es
fotográfica o eidética, ni mucho menos (afortunadamente), pero es lo
suficientemente buena para recordar incluso cosas de cuando tenía 2-3 años,
momentos en que mucha gente ni siquiera considera que tienen “memoria”.
Recuerdo, por ejemplo, estar acostado en una hamaca, en un sitio conocido como
El Valle y unos niños molestándome, sacudiéndome y todo eso. Recuerdo que en mi
fiesta de cumpleaños quería comerme el glaseado (acá le decimos “nevado”) de la
torta y mi padre diciéndome que no lo hiciera antes de cantar cumpleaños,
porque mi madre se molestaría. Recuerdo que mi primer día de preescolar en la
llamada “Fundación del Niño”, no paré de llorar desde que me dejaron hasta que
me fueron a buscar; también recuerdo que al poco tiempo me cambiaron a otro
llamado “El Paraíso” y allí si me sentía totalmente a gusto y tan bien que se me
iban las horas como si nada. Otro recuerdo de esos mismos años: Eligieron a la “reinita”
de Carnaval, una niña muy hermosa (omitiré su nombre, aunque les aseguro que lo
recuerdo totalmente) y a mí me nombraron su “caballero”. Dado que yo había visto
en los dibujos animados que los caballeros se arrodillaban ante su dama, le
besaban la mano y esas cosas, pues me dio por hacerlas y la gente comenzó a decir
que esa niña era mi novia. Así como esos tengo muchos más recuerdos, que parece
que hubieran ocurrido ayer y no hace 35 años o más.
La razón de este post y también del epígrafe que lo
acompaña (que viene de una de las mejores películas de Christopher Nolan,
Memento, del año 2000) es que a lo largo de mis años he podido comprobar como
muchas personas, incluso gente con quien he tenido tratos a profundidad optan
por modificar sus recuerdos. ¿Con que motivo lo hacen? Sólo puedo especular:
Para sentirse mejor consigo mismos, para justificar las cualidades que
atribuyen a ciertas cosas o personas, para dar razones a sus comportamientos o
actitudes también hacia personas o situaciones que se les presentan. Para
ilustrar esto, daré dos ejemplos, aunque uno de ellos será algo impreciso o
vago.
1. Un
amigo de la universidad, que me conoce y con quien he tenido trato desde 1999,
me dijo un día algo como esto: “Bueno, pero yo SE que tú y ella tuvieron algo.
Yo mismo estuve allí cuando sucedió. Yo escuché todo…”. Pues no fue así. Cuando
esto que relato sucedió (cierto acontecimiento entre una chica y yo, para no
entrar más en detalles), este amigo mío ni siquiera estaba presente, ni mucho
menos, ni siquiera en una habitación contigua ni nada por el estilo. ¿Con que
finalidad este amigo mío modificó sus recuerdos? ¿Para tener una mejor opinión
de mí? No lo creo, pues dudo que pueda incrementarla, pues, aunque hemos tenido
altibajos, como toda amistad, y poco nos vemos últimamente, él no tiene
necesidad de hacer eso, ni para exaltarme, ni para disminuirme.
2. En
agosto o septiembre del año pasado vino a visitarnos una chica que había sido
compañera mía en el colegio, cuando estaba en 1er año del ciclo básico (o 7mo
grado). Ella contó, por 3era o 4ta vez que, en ese tiempo, ella sentía algo por
mí, que estaba “enamoradita” de mí y que se había sentido extremadamente feliz
cuando para el “Amigo Secreto” (una tradición que se hace cercana a la Navidad
por acá, donde se produce un intercambio de regalos entre compañeros) le tocó
que yo le regalara y por lo tanto teníamos que darnos un beso en la mejilla y
un abrazo al yo darle el regalo. Hasta allí todo correcto, pero acá viene lo
curioso del caso: Ella cuenta que se sitió “doblemente feliz” porque además de
que yo le hice el regalo, a ella le tocó hacérmelo a mí (acá eso se asigna de
forma aleatoria, muchas veces sucede que toca un intercambio mutuo, pero no
siempre es así). En este caso no fue así: Yo no recibí un regalo de ella, sino
de otra chica, una colonia para caballeros. Pero ella decía que se sintió de
maravilla, porque me tuvo que besar y abrazar DOS VECES, porque el intercambio
era mutuo, lo que no fue así.
En el último caso parece un claro ejemplo de cómo alguien
cambia un recuerdo para sentirse mejor o para sentirse más feliz o quizás como
una forma inofensiva de “crear su realidad”, que vendría a estos efectos a ser
mejor de lo que realmente fue.
"Todos necesitamos recuerdos, para acordarnos de quienes somos" |
Supongo que, así como estos casos, hay muchísimos más.
¡Cielos, yo mismo quizás lo hecho, consciente o inconscientemente! Sin embargo,
siempre trato de plantearme la realidad tal como ha sido o como fue, por muy
doloroso fuera. En caso de que haya sido lo opuesto, no trato de “enriquecerla”
ni agregarle más cosas para sentirme mejor, pues tendría el conocimiento de que
las cosas no sucedieron así. Si quiero hablar de cosas que no sucedieron o de
aquellas que me gustaría que sucedieran, me lo plantearía para alguna historia
escrita, como muchas tantas que traté de hacer y no finalicé. Pero, aunque
inofensivo en muchos casos, no le veo sentido a esa alteración de los
recuerdos.
Otras en cambio, son mucho más ofensivas,
perjudiciales y dañinas. Me viene a la mente las actitudes tóxicas que toman
ciertas ex – parejas, de ambos sexos, donde comienzan a hablar PESTES de quien
antes había sido “el amor de su vida”. Por supuesto, muchas de estas
maledicencias de la lengua surgen de recuerdos no sólo modificados, sino
totalmente alterados en todo sentido. También esto sucede mucho en el ambiente
laboral, donde JEFES, “compañeros de trabajo” por motivos insignificantes (no
les hiciste un “favor” en cierto momento, como si uno estuviera obligado a
estar repartiendo favores) desarrollan una animadversión hacia ti. La parte de
esto que considero dañino (de allí la asociación a la TOXICIDAD, que mucha
gente hoy en día “romantiza” como si fuera algo bueno) es que no sólo les dan a
otros una imagen negativa de ti, sino que además es FALSA. Pero ellos verán… Si
así se sienten felices, importantes o justifican las idioteces que hicieron y
que ni ellos mismos veían, allá ellos y su montaña de recuerdos falsos. ¡Qué
así los pille Nyarlathotep!
Teddy Gammel, tratando de hacer que "Lenny" cambiara de opinión. |
“Te mientes a ti mismo para ser feliz. No hay nada de malo en ello, todos lo hacemos.”
“Tú no buscas la verdad. Tú fabricas tu propia verdad.”
Teddy Gammel – Memento, año 2000, dirigida por Christopher Nolan
Interesante temas has escogido, alejándote de lo propiamente ñoño para abarcar algo cercano a la filosofía...Curioso me pregunto qué te llevó a escribir sobre esto.
ResponderEliminarEl tema de la memoria es tan interesante, que bien sabes cómo funciona en mi caso y lo mejor para mí es que olvido las historias que me gustan, de modo que vuelvo a disfrutarlas muchas veces como si fueran por completo nuevas para mí.
En cuanto a las vivencias de uno, no debemos dejar de lado los "recuerdos falsos", que igual hablas de ellos acá, como aquellos que resultan ser experiencias valiosas para quienes nos rodean y que uno mismo los ha olvidado a veces bloqueándolos (como me pasó con una muy querida amiga que me aseguraba que yo fuí testigo legal de su boda por el Civil, hace más de 15 años atrás y yo no le creí hasta que me mostró las fotos).
La visita de esa chica que mencioné, así como una posterior conversación con alguien fue lo que me puso a pensar sobre este tema. Ya te he contado como hago los post para el blog: Una cuestión surge y comienzo a buscar la manera de exteriorizarlo.
EliminarLos recuerdos falsos pueden llegar a hacer a un narrador "no viable" muy bueno a la hora de contar historias. Tal cual Watson en Sherlock Holmes o Holden Claufield de El Guardián entre el Centeno.
ResponderEliminarSaludos. Lo que dices es totalmente correcto, amigo. La 2da obra que mencionas no la conozco. Agregaría a eso a Kvothe de El nombre del viento.
EliminarAclaro: A mi, Kvothe me parece un narrador terriblemente malo. Ese libro no me gustó nada.
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