Corcho, aprendiz de escritor, nos va contando las peripecias por las que tiene que pasar en el lapso de unos días durante un periodo de vacaciones estudiantiles. La narración comienza en la playa donde Corcho consigue una pequeña piedra que será el motivo e hilo conductor de la trama. La piedra, guardada en un bolsillo, es la esperanza frustrada, el amor sin respuesta, el dolor de ser joven, la vida sin sentido, la inocencia, la búsqueda y el llanto. Pero la piedra es también el móvil que permite a Corcho seguir adelante y enfrentar el vacío del mundo que lo rodea y, lo que es mejor, hacernos una descripción de él. Al escribir su novela, que es casualmente la que estamos leyendo, Corcho nos confiesa su hastío ante una situación de vacío existencial que se le impone sin él desearlo; Corcho es víctima de las circunstancias que lo rodean, pero a diferencia de sus amigos está consciente de esa abulia, lo que lo coloca en la posición de ser testigo del malestar que lo absorbe y, por supuesto, su fiel relator.
"El pobre nené se quedó gipiando entre las rodillas peludas del barrigón del papá y yo me fui hacia las rocas" (Página 4)
"Cuando terminé, me puse a buscar piedras. Fui recogiendo las pequeñas de colores blanco, rojo y negro. Al reunir más de diez, me senté y realicé una selección severa. Pasaron el examen dos blancas y una negra, y como tenía dos blancas, me guardé la mejor y la otra la boté lejos" (Página 5) (Acá es donde Corcho, el protagonista consigue la piedra de mar, que es el móvil de la historia y da nombre al libro).
Parque los Caobos:
"Estuvimos paseando y hablando, y mirando los árboles del parque. Recuerdo que Carolina se detuvo en varias ocasiones a observar con placer las hojas de los Caobos. Los árboles inmensos se sacuden cuando hay brisa, y millones de hojas tiemblan y parecen taladradas por el viento." (Página 11)
"Esa tarde de la que estoy hablando, nos sentamos en el banco donde Jania y y yo acostumbrábamos a sentarnos todas las tardes después de salir del liceo. Es un banco que está en el jardín del museo de ciencias, y desde ese jardín se ve el parque Los Caobos y se ven los aparatos mecánicos que usan los niñitos" (página 12).
"Hoy me sigue pareciendo ese cielo muy hermoso. Aquel del parque Los Caobos..."
Sabana Grande: Antes de ir a lo del libro, una anecdota curiosa: La primera vez que fui a Caracas, teniendo 10 años, me "perdí" por estos lados. Lo coloco entre comillas, porque yo sabía donde estaba la estación del subterráneo y lo que tenía que hacer para volver a donde nos estábamos alojando, pero mi padre insiste en que yo me perdí.
"Pero deja que pase el tiempo. Un día de estos te vas a enamorar de mí. Cuando esto suceda, palabra que te voy a hacer pasar las de Caín. Te lo digo desde ahora para que lo sepas. Para que te armes. Para que te consigas un alicate o un martillo. Porque la pelea va a ser buenísima. Primero te voy a arrastrar por toda Sabana Grande como una carreta vieja. Después te voy a cortar los pelos. Después te voy a meter un triquitraqui por la ventana. Después te voy a espichar los cauchos del asqueroso carro de tu casa. Te voy a volar la puerta con un tumbarrancho, y de postre, una noche de estas, voy a meter un gato incendiado en tu cama"
"Salí a la calle y me fui caminando hacia el café Castellino. Cuando llegué encontré ocupada mi mesa favorita... Bueno, estaba ocupada y cuando me siento en otras mesas, estoy incómodo. Como pisando un terreno falso. Así que seguí hacia Sabana Grande."
Lamentablemente no conseguí ninguna imagen del Café Castellino. Supongo que ya no existe.
"Siempre que llego a Sabana Grande, camino como un desgraciado desde Chacaíto hasta el Cine Radio City"
Y eso me lleva justamente al antiguo Cine-Teatro Radio City:
Librerías. El protagonista, como se dijo en la sinopsis, está tratando de escribir una novela. Es evidente que le gusta visitar las tiendas de libros.
"Recuerdo que antes de llegar a la Gran Avenida, vi a una mujer, una señora muy elegante paseando con un perrito. Parecía italiana o francesa y el cabello lo tenía muy rubio. Era una catira bellísima. La seguí y me metí con ella en una librería que queda por ahí. La mujer, la catira, se puso a hablar en italiano con la señora de la librería, y yo me quedé y que buscando una revista. Trataba de llamar la atención, y pensé que comprando una revista en francés, el éxito sería cosa de segundos. La catira italiana se largó y la señora que me ve con la revista:
- ¿La quiere?
Me pregunta ¿no? y con una cara de infeliz que no podía con ella, se la compré"
"Me metí en la librería Suma. Recuerdo que entré y pregunté por una novela de un tal Godikenz, que ni yo se donde diablos nació, es decir: es un novelista inventado por mi, que me permite permanecer minutos en cualquier librería más o menos seria sin necesidad de dar una puya"
"...seguí olfateando las cubiertas de los libros recién llegados. Había por montones. Provocaba tumbar el estante y nadar entre millones y millones de páginas."
Espero que les haya gustado. Si se animan a leer este libro, con esto tendrán una gran ayuda. Quizás más adelante, si consigo imágenes apropiadas, haga una segunda y final publicación con otros sitios.