martes, 24 de mayo de 2016

Reseña de Historias que no contaría a mi madre



Hoy vengo con un remake. ¿Otra vez? ¿No tienes más ideas? Sí y sí. Pero es que la relectura de este libro, Historias que no contaría a mi madre, de R.R.  López me ha impulsado a rehacer este post. Releí el libro porque en primer lugar es bastante bueno. Y en segundo, la situación por la que está pasando mi país me recordó mucho de lo que pasa el querido y nunca bien comprendido Felio en la parte final del libro. Además, con este post le daré la misma estructura que a mis otras reseñas.

Sinopsis:

El libro consta de varios relatos cronológicos y entrelazados. Los capítulos del 1 al 3 transcurren en el lapso de unos meses, mientras que los eventos narrados en la parte final del libro, Hijos de un dios infinitesimal, tienen lugar en los últimos días de un mes de agosto particularmente caluroso.

1.      AVENTURAS BIZARRAS: Acá nos presentan a nuestro antihéroe y protagonista, Felio, diminutivo de Feliodoro. Él y su mejor amigo van a ver una película con otro compañero de clases, llamado Constantino, que resulta tener un oscuro secreto.
2.      CITA A TIENTAS: Unos meses después, específicamente en abril, Felio anda “desatao” o como dicen los españoles, “más salido que el pico de una mesa redonda”. Ramiro le concerta una cita con una chica que aparte de que está superbuena, es tremenda ninfómana y desinhibida. Pero las cosas no salen como el pobre esperaba y Felio tiene que correr por su vida, arrastrando a la chica que se encuentra al borde de un coma etílico.
3.      MISION IMPASIBLE: Felio y sus amigos son víctimas del exnovio psicópata de la chica con la que él salió antes. Y claro, no pueden quedarse con esa y tienen que buscar venganza.
4.      HIJOS DE UN DIOS INFINITESIMAL: Subdividido en 4 capítulos, Felio nos cuenta como intenta estudiar una asignatura en la que fue suspendido y tenía que presentar en el mes de septiembre. Debido al calor agobiante y a un incidente en la sala de estudio del centro cívico, se ve obligado a estudiar en casa, rodeado de vecinos escandalosos y totalmente troglodíticos, en el mejor de los casos.

Sobre el autor:

R.R. López, nació en córdoba en 1977, donde obtuvo la licenciatura en ciencias ambientales. Tras su regreso de Dresden, Alemania, donde cursó una beca de 10 meses, publicó en 2004 Historias que no contaría a mi madre con la editorial zaragozana Zócalo. Posteriormente, en 2012, se publicó esta obra en formato digital con Ediciones Publicalibro.

Actualmente reside en Sevilla, donde compatibiliza su trabajo como Técnico en Desarrollo Rural con la escritura.



Mi opinión y reseña:

Las aventuras, desventuras y ¿desmadres? de Felio y sus amigos sólo pueden recibir un calificativo correcto: ¡¡Desternillantes!! Como decimos en mi país, las cosas que les pasan son para morirse de las risas, para partirse en el suelo riendo. El autor trata temas cotidianos, muchas veces vergonzosos de una forma amena y muy entretenida, que mantiene al lector como un “pez sujeto” al anzuelo de su narrativa. Los primeros capítulos, cada uno presenta una historia independiente, con el mismo protagonista en distintas situaciones, cada una más enrevesada. Eso sí, aunque “desventurado” por las paridas y cosas que le suceden, no puede negarse que Felio tiene una gran medida de suerte que lo acompaña y se le presenta cuando ni él mismo lo espera.

Es un libro donde es fácil identificarse con los personajes, ya sea con el protagonista o con alguno de los secundarios: Todos hemos tenido amigos como Ramiro, Antoine o Makcoma. ¡Quien no los ha tenido, no ha experimentado la amistad verdadera! Muchas personas hemos pasado por situaciones como las relatadas en el libro, para bien o para mal, saliendo de ellas de forma airosa y otras no tanto. ¿Cuántas citas a ciegas han salido bien alguna vez en el mundo? Creo que se podrían contar con los dedos de una mano. Y eso es sólo una de las vivencias a las que nos lleva R.R. López. ¿Cuántos no hemos estado a punto de sufrir un colapso nervioso por exámenes y otras obligaciones académicas? En este aspecto giran los últimos capítulos, que si son dependientes uno de otro. Por cosas como esta es que afirmo que los personajes son entrañables y es fácil sentir empatía por ellos.

Algunas citas del libro:

“Mientras Constantino hablaba con el profesor, vimos que la mirada del 'pitufo' se enfocaba sobre cierta parte del rostro de Constantino, concretamente en su fosa nasal izquierda. Y ahí estaba, el moco más grande que había visto yo en mi vida. Era como un queso de bola pero en verde, una masa viscosa y gelatinosa que pendía entre los pelos de su nariz. A aquella cosa sólo le faltaba hablarme, debía ser un ente con vida propia. ¡Seguro! Pero lo peor era que nuestra mirada se cruzó con la del pitufo, y éste comenzó a ruborizarse de manera similar a como asciende el mercurio en un termómetro.”


“Del susto me caí dentro de la bañera.
 —¡Ostia, Ostia, Ostia! —gritó Ramiro dando saltitos nerviosos.
 —¡¡Que nos comeee!!
Yo traté de incorporarme como pude, pataleando con las rodillas a la altura de los hombros.
 —¡Busca en el Romi! ¡Busca en el Romi!
 —¿Qué quieres, que lo maquille?
 —¡¡¡GRRRRR!!! —La criatura comenzó a mover el brazo a ciegas tratando de cogernos. Logré sentarme otra vez al borde de la bañera.
 —¿No tienes nada de plata, ni siquiera la Cruz de Caravaca? —pregunté mientras enarbolaba un bote de champú "la Toja" para golpear el monstruoso brazo.
 —¡Pero si yo soy satánico! —me contestó Ramiro mientras apartaba a manotazos medicinas y botes de espuma buscando algo que nos sirviera en aquella situación.
 —¡Coño, qué tío más raro, tiene una botella de anís en el botiquín!
 —¡Haz algo! —grité mientras esquivaba un zarpazo que desgarró mi camisa de cuadros.
 —¡Como no haga un cóctel Molotov con anís del mono! —en ese momento la criatura sacó el brazo de la raja.
Se hizo el silencio, comenzamos a oír una fuerte respiración detrás de la puerta, y un rascar de garras contra la madera. El miedo nos tenía paralizados, y estaba a punto de hacerme estallar el corazón; sentía sus latidos en mi garganta acompasados con las palpitaciones de las sienes.”

Del capítulo 1, Aventuras Bizarras.

Resumiendo, que estaba “ mu cachondo”, que diría un castizo. Estaba todo el día dando la tabarra a Ramiro, que si qué cachondo estoy, que si no encontraba a una hembra que “me hiciera tilín”, que si me han echado, no me quieren, pobrecito que va a hacer, busca a alguien que le cuide y le sepa comprender... todas esas gaitas. Y es que, cuando me pongo existencialista, me pongo existencialista. Estaba insoportable. Estaba en el plan de “yo no te pido que me ayudes pero... ¡Por tus muertos haz algo!”.

“—¡Yo te mato!— exclamé de puro nerviosismo.— ¿Qué hago yo ahora? ¿Cómo voy a quedar con una tía que ni siquiera he visto?
—En eso te equivocas— dijo Ramiro —¡Tachán!
Del bolsillo de su pantalón sacó una foto y me la enseñó. Era de una chavalita que llevaba una minifalda, unas medias de red y botas hasta las rodillas. Era mona, pero lo que atrajo mi atención fue aquel objeto inverosímil, aquel destello de elegancia. !Aquella tipa llevaba puesto un delantal con un tremendo dildo! Al momento caí cautivado, debía conocerla, debía hacerla mía, una mujer que posara para una foto con una prenda que llevaba incorporado consolador de tamañas dimensiones debía estar completamente libre de inhibiciones. Ya sólo faltaba un detalle para que fuera la mujer de mi vida. Miré a Ramiro con aire suplicante.
—Sí, tiene piso —aseveró.
No lo podía creer, la agitación que sentía se incrementó por mil, me pareció oír repicar mil campanas en mi interior.”
Del capítulo 2: Cita a tientas.

“Los engranajes de “la máquina” no tardaron en comenzar a funcionar. Recabando información, gracias a Santiaga, la fémina de Antoine que, según palabras de este último, era “la alcaldesa de Córdoba”, porque conocía a más gente que el hombre que ostentaba el susodicho cargo, pudimos averiguar que ambos elementos, el Cabezudo y su amigo el informático, eran dos enchufados de las Nuevas Generaciones del PP, y andaban vacilando por ahí de que se les había encargado llevar el tema del sonido en un mitin para la juventud que el mismísimo José María Aznar tenía previsto oficiar en el pabellón deportivo Vistalegre, el más grande de la ciudad. Una vez nutrida con toda esa información, mi maquiavélica e hiperactiva mente comenzó a urdir un “satánico plan”.
¡Se iban a cagar!
Estaba ya frente a la puerta de mi casa y mi cerebro había terminado de ultimar los detalles finales. Mientras giraba las llaves de la puerta, reí como el sempiterno profesor Moriarti (el de la serie de dibujos, que tenía más gracia). Con otro enigmático “Ja, je, ji, jo, ju” terminé mi almuerzo ante el estupor e intriga de mis parentales, y tras mediar un simple «nada» a su «¿qué te pasa?», comencé a teclear números de teléfono para reunir a la troupe.
Tan sólo faltaba la sintonía del “equipo A”.
Del capítulo 3: Mision Impasible.

“Porque, ya fuera en el almuerzo o en la cena, en invierno o en verano, en casa o de excursión, su dieta se basaba en el cocido, salvo en fiestas y ocasiones especiales en que Palmira elaboraba algún otro denso platillo.
Un cocido que recordaba, dicho sea de paso, a la sopa de ojos de "El Templo Maldito" y que habría hecho vomitar al mismísimo Indiana Jones. Cada vez que mis padres les hacían un favor, o en las raras y contadas ocasiones en que me quedaba solo, ella nos obsequiaba , cual avión de ayuda humanitaria, con perolones de aquel asqueroso mejunje, que a continuación describiré para deleite del lector. Aquella señora preparaba un potaje de habichuelas tan denso que había que taladrar los tres dedos de grasa que tenía en superficie con un berbiquí y sorber el caldo con una pajita si éstas no se atascaba con unas enormes fabes del tamaño de un mechero o unos garbanzos duros como una nuez. Para colmo de males, sólo tenía un aliño para sus comidas, el aliño de los pinchitos, que venden ya preparado, porque a su Arturo le gustaba mucho.”
“Cuando mi madre abrió la puerta frente a ella se materializó Palmira con una vaporosa olla que contenía una sustancia verde plagada de burbujas.
—Toma, Ernesta, ¡esto es la sensia! —anunció aquella terrorista culinaria, tendiéndole la olla a mi madre.
—¡Oh, potaje de berzas con acelgas y colas de pescada! —comentó mi madre con un forzado gesto de alegría, a la vez que yo añadí mentalmente: "con sabor a caracoles".
—Seguro que Felio se chupará los dedos —con esta afirmación trataba de reforzar la ilusión de suculencia.
Antes hubiera chupado la batería de un coche que probar aquella suerte de arma bacteriológica. ¡Por el amor de Dios, ya nadie cocinaba berzas! La próxima vez, ¿qué traería, tortilla de ortigas o algarrobas molidas aderezadas con kétchup, que seguramente también tendrían aquel aborrecible regustillo a pinchitos con caracoles?”

“—¿Y que hago yo ahora con esto? —se preguntó mi madre en voz baja, "pa por si las moscas" gordas y con noventa kilos de peso.
—Como te pille Greenpeace tirando eso por el fregadero te pueden meter un buen puro —advertí yo.
—¡Quita, quita! ¡Si cada vez que lo tiro le come el brillo al aluminio y se atascan las tuberías! A ver si la perra lo quiere.
—¡Mamá —exclamé indignado —, si quieres matarla hay formas más piadosas!”

De Hijos de un dios infinitesimal.
Conclusión:
Un libro excelente y genial,  narrado de forma humorística, recomendable para ADULTOS de todas las edades que no se escandalicen, grandioso para evadirse un poco de las ocupaciones y preocupaciones cotidianas. Por esta razón precisamente lo releí en estos días. En su blog, el autor hace una pregunta: ¿Cuánto tiempo hace que no te diviertes con un libro? Hacía mucho tiempo que no ponía mis ojos en una historia tan divertida e hilarante. El único capaz de superarlo es su segunda parte, el cual también reseñé en su momento, Imposible peroIncierto.  Indistintamente de los años que tengas, al leerlo, habrás pasado el tiempo en una gran compañía. ¡Espero que pronto pueda volver a saber de estos personajes (el escuadrón “Mete-la-pata”) y sus desmadres!

Algunas imágenes:
Me tomé la libertad de agregar algunas imágenes sobre como me imagino a alguno de los personajes. Espero que les gusten.

Ramiro, el mejor amigo de Felio.

¿Qué cómo es Ramiro? Bueno, pues Ramiro es... cómo lo diría yo; mezcla a un "New kid on the block "con el agujero del zarcillo infectado con un "dios del metal ", y con un oso amoroso y ¡Voila!, ahí tienes a Ramiro. Pequeño, delgado, de rostro aniñado, con unos deslumbrantes ojos verdes, vestido de perpetuo negro y con una camiseta heavy impertérrita pegada al pecho, ¡Ah! ¡Se me olvidaba! Y el sempiterno zarcillo infectado en la oreja derecha.

Constantino:

La alucinógena escena que vimos casi me hizo caer de nuevo dentro de la bañera, porque allí frente a nosotros, había una criatura humanoide, peluda, con unos dientes terroríficos y unas garras grandes como navajas tratando de partirnos en dos. Y su rostro... Su rostro sí que era horroroso; los rizos rubios, tupidos e ingobernables de Constantino se habían extendido por todo su cuerpo. Su morro estaba coronado por una negra nariz redonda y húmeda como la de un peluche, y dos grandes y peludas orejas colgaban lacias a ambos lados de la cara.
—¡Coooño, qué feo! —exclamó Ramiro con los ojos desorbitados.
Aquella criatura tenía razones para tener tanta mala leche, porque era más feo que el Fary con rubeola ¡¡¡Estábamos siendo atacados por un hombre caniche!!!

El temible LOMPA:


Y el causante de este milagro de la física moderna no era otro que Lombardo Pajar, profesor de Física completa, o lo que es lo mismo, de Satanismo y tortura seglar. Él era Satán hecho carne (más bien hecho grasa). Su tupido bigote, que hacía parecer que un gato romano se había acostado en su labio superior, constituía la principal pesadilla de los estudiantes de nuestra carrera. Ese bigote de bordes amarillentos y pelos canosos, ese bigote que ocultaba miles de secretos y alguna habichuela de un potaje pretérito. Y esa cara de morsa maligna a la que le hubieran extirpado los colmillos, con sus cachetes rollizos y sus ojos pequeños ocultos tras aquellas gafas que parecían estar hurgando en los más profundos recovecos de tu alma.

—¡Se van a “cagá ejtos”! ¡EJEM! “Vi” a “entrá” por arriba pa “pillarloj cagando” ¡EJEM!— una calada al puro —¡“Fijo “quer” ”peloj” y “er shiquitín” “ejtán” poniendo argo en la “pisarra”! ¡EJEM! —¿El pelos? ¿El chiquitín? ¡Oh dios, nos tenía fichados! ¡Si nos pillaba en pleno “escaqueo” sería la hecatombe!

 La cita a ciegas de Felio, Espa.

Aquella tía estaba tremenda. Su cuerpo era perfecto. Sus vertiginosas curvas recordaban a las de la famosa felatriz Savanah. En sus pechos cabría silicona como para sellar todas las ventanas del Empire State Building, pero aquello no era artificial, era magro jamonero del bueno. Llevaba una falda tan corta que si te agachabas podías comprobar su DNI. Sólo faltaba el delantal con el dildo, y me habría meado allí mismo.

El Guanan:

La había cagado. Mi mirada comenzó a ascender para corroborarlo; pantalones de pinzas negros, primera dilatación de esfínter, camisa de seda negra con chorreras y más cadenas que M.A. Barracus, segunda dilatación de esfínter. Moreno “water resitant” y melena a lo Raimundo Amador, premio gordo y sudores fríos. El esfuerzo por contener la diarrea fue titánico. Me había ido a topar con un gángster del cerro, y nada menos que con “Guanán”, gitano de pro donde los haya, fan de Camela y marginado de oficio. Para que se note que no es cuestión de raza, los tres matones que le acompañaban, a pesar de tener también cierta textura en su piel a lo “water resistant”, eran payos, pero con la misma cara de filántropos que su cabecilla. Numerosísimas historias de muerte y destrucción rodeaban al Guanán (de nombre Juan Antonio Cortés Plantón), pero en esos momentos no me venía ninguna a la cabeza. Tan solo me venía cierta plegaria que por primera vez tomó significado para mí:
Dios te salve María....
—¡ Cooño, que botas tan feas!— actuación Nobel de mi acompañante.
Llena eres de gracia...
—¡Yo lo que me cago es en tus “mulass” so “putal”! ¡Ahora sí que “sos rajol”!
Palmira, una de las vecinas de Felio.

Palmira, con sus redondeados noventa kilos de peso, repartidos en tres grandes mollas (sin contar su cabeza y su papada) que dividían sus 1'63 centímetros como si de tres paralelos se tratase. Sus gafas de montura de pasta veteada por colores marrones en dos tonos, ocultaban unos ojos pequeños y astutos, que se incluían en una tez morena enmarcada por una esfera de pelo negro y rizado.

EDIT:

Por acá coloco algunos de los que faltaron

El "ramiromóvil": Es importante porque en dicho auto sucede una persecución en el capítulo 3.

Al poco vi aparecer el "Ramiromóvil", un R-5 con el lateral izquierdo abollado cuya potencia de motor sería equiparable a la del coche de los Picapiedra, y que Ramiro compartía a tiempo parcial con su hermano mayor (de ahí lo del bollo )


Makcoma o Manolo: Esto es años después. Je je je. 

Makcoma, que en realidad se llamaba Manolo pero le decíamos así por cierto trance metabólico con denominación de signo ortográfico que tuvo, y que era como yo del club de los célibes forzosos, llamado por otros “de los alérgicos a las roscas”, había tenido sus asuntillos con cierta ex novia ninfómana (el muy traidor).

Antoine, el campéon:

—¡Qué anodino, campeón! —exclamó Antoine como recompensa a su sosa gracieta.
¿Que cómo es Antoine? Desde luego, si cada uno importante que aparece en la historia me vais a hacer lo mismo...
Nada, a éste no os lo describo, que si no esto se va a alargar mucho.
¡Bueeeno, venga! Es que si no llora el pobrecito mío.
Pues Antoine es como Carlitos Sheen, pero con los rasgos más afilados y las orejas más... desarrolladas.
¿Qué no sabéis quién es Carlitos Sheen? ¡Pues vaya lectores que tengo! (¡Uy!, se me ha escapado, I'm sorry). ¡Sí, coño, Carlitos Sheen, el de "Hot Shots", el hijo "del de" "Apocalipsis Nau"! (¡qué inglés más fino!).




7 comentarios:

  1. Este libro merece una peli y el Guanan una secuela protagonizada por el.

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    1. Saludos, amigo. El libro tiene una secuela y es excepcional. Aunque el Guanán no pinta mucho en ella, sino unos enemigos mucho más antiguos y poderosos.

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  2. Este libro merece una peli y el Guanan una secuela protagonizada por el.

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  3. Para mi, Makcoma es insuperable. Falta una foto suya!

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    1. Buenas tardes. Si, me faltaron varios. Makcoma y Antoine de hecho, así como una foto del "ramiromóvil".

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  4. Mucho quisiera leerme este libro. Su autor tan amablemente como siempre me lo ha ofrecido en digital (¡Que en papel ya está agotado!), pero mientras no me acostumbre a la idea de dejar el romanticismo del papel, quizás cuándo me dé el gusto.

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    1. Créeme, no tiene desperdicio. Y se lee en un tris. Aparte, con un kindle podrás tener muchos más libros, actuales y clásicos, incluso aquellos que están agotados.

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