Hoy vengo con un remake. ¿Otra vez? ¿No tienes más
ideas? Sí y sí. Pero es que la relectura de este libro, Historias que no
contaría a mi madre, de R.R. López me ha
impulsado a rehacer este post. Releí el libro porque en primer lugar es
bastante bueno. Y en segundo, la situación por la que está pasando mi país me
recordó mucho de lo que pasa el querido y nunca bien comprendido Felio en la parte
final del libro. Además, con este post le daré la misma estructura que a mis
otras reseñas.
Sinopsis:
El libro consta de varios relatos cronológicos y
entrelazados. Los capítulos del 1 al 3 transcurren en el lapso de unos meses,
mientras que los eventos narrados en la parte final del libro, Hijos de un dios
infinitesimal, tienen lugar en los últimos días de un mes de agosto
particularmente caluroso.
1.
AVENTURAS
BIZARRAS: Acá nos presentan a nuestro antihéroe y protagonista, Felio,
diminutivo de Feliodoro. Él y su mejor amigo van a ver una película con otro
compañero de clases, llamado Constantino, que resulta tener un oscuro secreto.
2.
CITA A TIENTAS:
Unos meses después, específicamente en abril, Felio anda “desatao” o como dicen
los españoles, “más salido que el pico de una mesa redonda”. Ramiro le concerta
una cita con una chica que aparte de que está superbuena, es tremenda ninfómana
y desinhibida. Pero las cosas no salen como el pobre esperaba y Felio tiene que
correr por su vida, arrastrando a la chica que se encuentra al borde de un coma
etílico.
3.
MISION
IMPASIBLE: Felio y sus amigos son víctimas del exnovio psicópata de la chica
con la que él salió antes. Y claro, no pueden quedarse con esa y tienen que
buscar venganza.
4.
HIJOS DE UN DIOS
INFINITESIMAL: Subdividido en 4 capítulos, Felio nos cuenta como intenta
estudiar una asignatura en la que fue suspendido y tenía que presentar en el
mes de septiembre. Debido al calor agobiante y a un incidente en la sala de
estudio del centro cívico, se ve obligado a estudiar en casa, rodeado de
vecinos escandalosos y totalmente troglodíticos, en el mejor de los casos.
Sobre el autor:
R.R. López, nació en córdoba en 1977, donde obtuvo
la licenciatura en ciencias ambientales. Tras su regreso de Dresden, Alemania,
donde cursó una beca de 10 meses, publicó en 2004 Historias que no contaría a
mi madre con la editorial zaragozana Zócalo. Posteriormente, en 2012, se
publicó esta obra en formato digital con Ediciones Publicalibro.
Actualmente reside en Sevilla, donde compatibiliza
su trabajo como Técnico en Desarrollo Rural con la escritura.
Mi opinión y
reseña:
Las aventuras, desventuras y ¿desmadres? de Felio y
sus amigos sólo pueden recibir un calificativo correcto: ¡¡Desternillantes!!
Como decimos en mi país, las cosas que les pasan son para morirse de las risas,
para partirse en el suelo riendo. El autor trata temas cotidianos, muchas veces
vergonzosos de una forma amena y muy entretenida, que mantiene al lector como
un “pez sujeto” al anzuelo de su narrativa. Los primeros capítulos, cada uno
presenta una historia independiente, con el mismo protagonista en distintas situaciones,
cada una más enrevesada. Eso sí, aunque “desventurado” por las paridas y cosas
que le suceden, no puede negarse que Felio tiene una gran medida de suerte que
lo acompaña y se le presenta cuando ni él mismo lo espera.
Es un libro donde es fácil identificarse con los
personajes, ya sea con el protagonista o con alguno de los secundarios: Todos
hemos tenido amigos como Ramiro, Antoine o Makcoma. ¡Quien no los ha tenido, no
ha experimentado la amistad verdadera! Muchas personas hemos pasado por
situaciones como las relatadas en el libro, para bien o para mal, saliendo de
ellas de forma airosa y otras no tanto. ¿Cuántas citas a ciegas han salido bien
alguna vez en el mundo? Creo que se podrían contar con los dedos de una mano. Y
eso es sólo una de las vivencias a las que nos lleva R.R. López. ¿Cuántos no
hemos estado a punto de sufrir un colapso nervioso por exámenes y otras
obligaciones académicas? En este aspecto giran los últimos capítulos, que si
son dependientes uno de otro. Por cosas como esta es que afirmo que los
personajes son entrañables y es fácil sentir empatía por ellos.
Algunas citas
del libro:
“Mientras Constantino hablaba con el
profesor, vimos que la mirada del 'pitufo' se enfocaba sobre cierta parte del
rostro de Constantino, concretamente en su fosa nasal izquierda. Y ahí estaba,
el moco más grande que había visto yo en mi vida. Era como un queso de bola
pero en verde, una masa viscosa y gelatinosa que pendía entre los pelos de su
nariz. A aquella cosa sólo le faltaba hablarme, debía ser un ente con vida
propia. ¡Seguro! Pero lo peor era que nuestra mirada se cruzó con la del
pitufo, y éste comenzó a ruborizarse de manera similar a como asciende el
mercurio en un termómetro.”
“Del susto me caí dentro de la bañera.
—¡Ostia, Ostia, Ostia! —gritó Ramiro dando
saltitos nerviosos.
—¡¡Que nos comeee!!
Yo traté de incorporarme como pude,
pataleando con las rodillas a la altura de los hombros.
—¡Busca en el Romi! ¡Busca en el Romi!
—¿Qué quieres, que lo maquille?
—¡¡¡GRRRRR!!! —La criatura comenzó a mover el
brazo a ciegas tratando de cogernos. Logré sentarme otra vez al borde de la
bañera.
—¿No tienes nada de plata, ni siquiera la Cruz
de Caravaca? —pregunté mientras enarbolaba un bote de champú "la
Toja" para golpear el monstruoso brazo.
—¡Pero si yo soy satánico! —me contestó Ramiro
mientras apartaba a manotazos medicinas y botes de espuma buscando algo que nos
sirviera en aquella situación.
—¡Coño, qué tío más raro, tiene una botella de
anís en el botiquín!
—¡Haz algo! —grité mientras esquivaba un
zarpazo que desgarró mi camisa de cuadros.
—¡Como no haga un cóctel Molotov con anís del
mono! —en ese momento la criatura sacó el brazo de la raja.
Se hizo el silencio, comenzamos a oír una
fuerte respiración detrás de la puerta, y un rascar de garras contra la madera.
El miedo nos tenía paralizados, y estaba a punto de hacerme estallar el
corazón; sentía sus latidos en mi garganta acompasados con las palpitaciones de
las sienes.”
Del capítulo 1, Aventuras Bizarras.
Resumiendo, que estaba “ mu cachondo”, que
diría un castizo. Estaba todo el día dando la tabarra a Ramiro, que si qué
cachondo estoy, que si no encontraba a una hembra que “me hiciera tilín”, que
si me han echado, no me quieren, pobrecito que va a hacer, busca a alguien que
le cuide y le sepa comprender... todas esas gaitas. Y es que, cuando me pongo
existencialista, me pongo existencialista. Estaba insoportable. Estaba en el plan
de “yo no te pido que me ayudes pero... ¡Por tus muertos haz algo!”.
“—¡Yo te mato!— exclamé de puro
nerviosismo.— ¿Qué hago yo ahora? ¿Cómo voy a quedar con una tía que ni
siquiera he visto?
—En eso te equivocas— dijo Ramiro
—¡Tachán!
Del bolsillo de su pantalón sacó una foto
y me la enseñó. Era de una chavalita que llevaba una minifalda, unas medias de
red y botas hasta las rodillas. Era mona, pero lo que atrajo mi atención fue
aquel objeto inverosímil, aquel destello de elegancia. !Aquella tipa llevaba puesto
un delantal con un tremendo dildo! Al momento caí cautivado, debía conocerla,
debía hacerla mía, una mujer que posara para una foto con una prenda que
llevaba incorporado consolador de tamañas dimensiones debía estar completamente
libre de inhibiciones. Ya sólo faltaba un detalle para que fuera la mujer de mi
vida. Miré a Ramiro con aire suplicante.
—Sí, tiene piso —aseveró.
No lo podía creer, la agitación que sentía
se incrementó por mil, me pareció oír repicar mil campanas en mi interior.”
Del capítulo 2: Cita a tientas.
“Los engranajes de “la máquina” no
tardaron en comenzar a funcionar. Recabando información, gracias a Santiaga, la
fémina de Antoine que, según palabras de este último, era “la alcaldesa de
Córdoba”, porque conocía a más gente que el hombre que ostentaba el susodicho cargo,
pudimos averiguar que ambos elementos, el Cabezudo y su amigo el informático,
eran dos enchufados de las Nuevas Generaciones del PP, y andaban vacilando por
ahí de que se les había encargado llevar el tema del sonido en un mitin para la
juventud que el mismísimo José María Aznar tenía previsto oficiar en el
pabellón deportivo Vistalegre, el más grande de la ciudad. Una vez nutrida con
toda esa información, mi maquiavélica e hiperactiva mente comenzó a urdir un
“satánico plan”.
¡Se iban a cagar!
Estaba ya frente a la puerta de mi casa y
mi cerebro había terminado de ultimar los detalles finales. Mientras giraba las
llaves de la puerta, reí como el sempiterno profesor Moriarti (el de la serie
de dibujos, que tenía más gracia). Con otro enigmático “Ja, je, ji, jo, ju”
terminé mi almuerzo ante el estupor e intriga de mis parentales, y tras mediar
un simple «nada» a su «¿qué te pasa?», comencé a teclear números de teléfono
para reunir a la troupe.
Tan sólo faltaba la sintonía del “equipo
A”.
Del capítulo 3: Mision Impasible.
“Porque, ya fuera en el almuerzo o en la
cena, en invierno o en verano, en casa o de excursión, su dieta se basaba en el
cocido, salvo en fiestas y ocasiones especiales en que Palmira elaboraba algún
otro denso platillo.
Un cocido que recordaba, dicho sea de
paso, a la sopa de ojos de "El Templo Maldito" y que habría hecho
vomitar al mismísimo Indiana Jones. Cada vez que mis padres les hacían un
favor, o en las raras y contadas ocasiones en que me quedaba solo, ella nos obsequiaba
, cual avión de ayuda humanitaria, con perolones de aquel asqueroso mejunje,
que a continuación describiré para deleite del lector. Aquella señora preparaba
un potaje de habichuelas tan denso que había que taladrar los tres dedos de
grasa que tenía en superficie con un berbiquí y sorber el caldo con una pajita
si éstas no se atascaba con unas enormes fabes del tamaño de un mechero o unos
garbanzos duros como una nuez. Para colmo de males, sólo tenía un aliño para
sus comidas, el aliño de los pinchitos, que venden ya preparado, porque a su
Arturo le gustaba mucho.”
“Cuando mi madre abrió la puerta frente a
ella se materializó Palmira con una vaporosa olla que contenía una sustancia
verde plagada de burbujas.
—Toma, Ernesta, ¡esto es la sensia!
—anunció aquella terrorista culinaria, tendiéndole la olla a mi madre.
—¡Oh, potaje de berzas con acelgas y colas
de pescada! —comentó mi madre con un forzado gesto de alegría, a la vez que yo
añadí mentalmente: "con sabor a caracoles".
—Seguro que Felio se chupará los dedos
—con esta afirmación trataba de reforzar la ilusión de suculencia.
Antes hubiera chupado la batería de un
coche que probar aquella suerte de arma bacteriológica. ¡Por el amor de Dios,
ya nadie cocinaba berzas! La próxima vez, ¿qué traería, tortilla de ortigas o
algarrobas molidas aderezadas con kétchup, que seguramente también tendrían
aquel aborrecible regustillo a pinchitos con caracoles?”
“—¿Y que hago yo ahora con esto? —se
preguntó mi madre en voz baja, "pa por si las moscas" gordas y con
noventa kilos de peso.
—Como te pille Greenpeace tirando eso por
el fregadero te pueden meter un buen puro —advertí yo.
—¡Quita, quita! ¡Si cada vez que lo tiro
le come el brillo al aluminio y se atascan las tuberías! A ver si la perra lo
quiere.
—¡Mamá —exclamé indignado —, si quieres
matarla hay formas más piadosas!”
De Hijos de un dios infinitesimal.
Conclusión:
Un libro excelente y genial, narrado de forma humorística, recomendable
para ADULTOS de todas las edades que no se escandalicen, grandioso para
evadirse un poco de las ocupaciones y preocupaciones cotidianas. Por esta razón
precisamente lo releí en estos días. En su blog, el autor hace una pregunta:
¿Cuánto tiempo hace que no te diviertes con un libro? Hacía mucho tiempo que no
ponía mis ojos en una historia tan divertida e hilarante. El único capaz de
superarlo es su segunda parte, el cual también reseñé en su momento, Imposible peroIncierto. Indistintamente de los años
que tengas, al leerlo, habrás pasado el tiempo en una gran compañía. ¡Espero
que pronto pueda volver a saber de estos personajes (el escuadrón “Mete-la-pata”)
y sus desmadres!
Algunas
imágenes:
Me tomé la libertad de agregar algunas imágenes sobre como me imagino a alguno de los personajes. Espero que les gusten.
Ramiro, el mejor amigo de Felio.
Constantino:
El temible LOMPA:
La cita a ciegas de Felio, Espa.
El Guanan:
Palmira, una de las vecinas de Felio.
EDIT:
Por acá coloco algunos de los que faltaron
El "ramiromóvil": Es importante porque en dicho auto sucede una persecución en el capítulo 3.
Makcoma o Manolo: Esto es años después. Je je je.
Antoine, el campéon:
Por acá coloco algunos de los que faltaron
El "ramiromóvil": Es importante porque en dicho auto sucede una persecución en el capítulo 3.
Makcoma o Manolo: Esto es años después. Je je je.
Antoine, el campéon:
Este libro merece una peli y el Guanan una secuela protagonizada por el.
ResponderEliminarSaludos, amigo. El libro tiene una secuela y es excepcional. Aunque el Guanán no pinta mucho en ella, sino unos enemigos mucho más antiguos y poderosos.
EliminarEste libro merece una peli y el Guanan una secuela protagonizada por el.
ResponderEliminarPara mi, Makcoma es insuperable. Falta una foto suya!
ResponderEliminarBuenas tardes. Si, me faltaron varios. Makcoma y Antoine de hecho, así como una foto del "ramiromóvil".
EliminarMucho quisiera leerme este libro. Su autor tan amablemente como siempre me lo ha ofrecido en digital (¡Que en papel ya está agotado!), pero mientras no me acostumbre a la idea de dejar el romanticismo del papel, quizás cuándo me dé el gusto.
ResponderEliminarCréeme, no tiene desperdicio. Y se lee en un tris. Aparte, con un kindle podrás tener muchos más libros, actuales y clásicos, incluso aquellos que están agotados.
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